Todos los acontecimientos tienen un significado. Raras veces somos capaces de descubrir inmediatamente lo que significan, pero aunque sea con el corazón sangrando, podemos aceptarlos haciendo un acto heroico de fe, sabiendo que ciertamente tienen un sentido más profundo de lo que aparece a primera vista.

Reconocer que Dios me educa quiere decir reconciliarme conmigo mismo y con mi vida, con los dones que tengo, con los que no tengo, y con los que me gustaría tener; con aquello que he podido y con el poco camino que quizá haya recorrido. Reconciliarme con mi vida porque Dios me estaría guiando: Dios recompone continuamente las situaciones y decisiones erróneas, sean pequeñas o grandes. Por tanto, a pesar de mis equivocaciones y deficiencias, mi vida está en las manos de Dios y, en su plan de amor, toda mi historia tiene un sentido.

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